El Rey estaba tan cansado que se dijo: - Si soy dueño también del futuro, ¿por qué no jugar y divertirme un poco?-. Así fue como nos comunicó que se iba pero que no nos dejaba solos. Había decidido que ella, su princesa, le sucediera. Desde entonces andamos atareados y “emocionados” con los fastos de su coronación. La queremos. La veneramos. ¡La adoramos! . Todos y todas.
Diseño Raúl Díaz Palomo