¡Yo te invoco!(-No sé a quien. -Vale, ahora hablamos)
Y te suplico que me des fuerzas para comprender a mis jefes. Ellos son el aparato y eso es una cosa muy grande. Yo soy muy pequeñito; aunque tenga “razón” (= de razonar) para comprender lo que hacen y no lo que dicen.
¡¡Virgen Santa!! (Perdona lo de antes, pero es que tengo que fingir ser ateo. Hasta la derechona mira mal a los que son muy marianos (= de la Virgen María, no del Jefe). Dales luz para iluminar el camino de tantos hombres y mujeres que están sufriendo. (Ellos dicen que lo saben, pero yo creo que no lo sienten).
-¡Ay! Sé que son malos pensamientos, pero es que hija, perdón madre, a uno lo tratan a veces como si no tuviera entendimiento.
Bueno, que les concedas inteligencia para tratar los problemas de los demás, que para sus intereses dentro del partido-aparato la tienen. (Disculpa es que me embalo)
Que salgamos adelante, que tengamos un futuro más esperanzador y que cada ser humano encuentre la igualdad y la dignidad que se merece. (Interrumpo de nuevo para decirte que como no hagas un milagro prontito, lo llevamos claro).
Haz por lo menos, que la gente reaccione con más fuerza y más constancia y no permita que les roben sus derechos.
Te pido finalmente (-pienso que a estas horas de la noche quien se va a enterar de mi relación contigo. ¡¡Es que hija, madre, hay tantos y tantas espías!!)
Que me dejes eternamente como soldador y no se te ocurra gastarme una bromita y mandarme al “aparato”. Te lo pido por tu hijo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Diseño Raúl Díaz Palomo